Voluntario de la vida
Por Joaquín Sorondo
SOCIEDAD. Muchas organizaciones de la sociedad civil están integradas por voluntarios. El aporte social de INICIA se lleva a cabo fundamentalmente a través del trabajo realizado por unas 300 personas. Voluntarios que provienen principalmente del sector empresarial ponen en juego sus conocimientos y experiencias para colaborar en la generación de valor a la sociedad.
Carlos Basaldúa está casado con Alicia desde hace 39 años, tienen 4 hijos y 3 nietos y medio. Estudió ingeniería industrial en la UBA y comenzó su carrera laboral como trainee en Alpargatas, hasta llegar a director. Actualmente es director independiente del Banco Comafi y, como algunos hombres de empresas, destina parte de su tiempo y dinero a organizaciones del sector social como INICIA y TECHO.
¿Qué significa para vos ser voluntario? ¿Por qué aportar tiempo y dinero a causas que van más allá de tu interés personal?
Lo primero que diría es que ser voluntario está dentro de mi interés personal; a mí me interesan muchas cosas relacionadas con mi comunidad. No me siento ajeno, soy parte de ella. Lo segundo es que trabajar como voluntario es como usar anteojos de aumento: ves en lugar de mirar.
¿Cómo nació en vos este interés por las causas públicas?
No recuerdo bien, pero sí que cuando era muy joven participé, durante cuatro años, en unos “campamentos de trabajo” en La Rioja, organizados por mi colegio. Allí, liderados por un cura y un matrimonio, cosechábamos tomates y melones (“había que poner el cuerpo”), y esas experiencias fueron para mí grandes aprendizajes que me abrieron la cabeza a otras realidades y me enriquecieron mucho.
Recuerdo que cuando eras aún director en Alpargatas –hace unos cuantos años ya– te acercaste a INICIA para colaborar con el programa Empresas del Mañana…
Cuando veo a un emprendedor luchando por salir adelante, me reconozco en mi juventud. Yo tuve la suerte de haber trabajado en una gran empresa como Alpargatas. Esta empresa fue mi escuela, me enseñó a trabajar. Yo aporto a los emprendedores mis conocimientos, mi experiencia, mis ideas, para que puedan también progresar. No todos tienen las posibilidades que yo he tenido, muchos no han ido a la universidad, tienen pocos contactos personales, cuentan con poco dinero. Y lo que hacemos desde INICIA es crear posibilidades para que ellos desarrollen sus empresas y así generen valor para la sociedad.
Es como una manera de devolver algo de todo lo recibido.
Sin duda es una manera de ser agradecido a la vida pero desde los hechos. Sabemos que el Estado es el principal responsable de proveer educación, condiciones para que se genere trabajo, viviendas dignas…¿pero qué hacemos hasta que eso alguna vez ocurra? ¿Nos quedamos criticando a los gobiernos mientras disfrutamos de lo nuestro? Los chicos no tienen tiempo, hay que educarlos ya, por eso apoyo los padrinazgos promovidos por INICIA a los alumnos de la escuela Crecer en Libertad – Oscar Alvarado, del barrio La Juanita de La Matanza. Por eso participo con mi familia en la construcción de casas en barrios populares de la mano de TECHO, porque la dignidad es necesaria hoy. Son experiencias muy fuertes en las que la cabeza, el cuerpo y el corazón, juntos, comprenden las necesidades que existen en nuestros hermanos más pobres.
¿Cómo fue la experiencia familiar con TECHO?
La primera vez que participé en TECHO fue en la construcción de una casa realizada por voluntarios de INICIA. Fue una gran experiencia que me motivó al año siguiente a invitar a mi familia a construir e interactuar con otra familia como la nuestra, pero sin posibilidades económicas. Fui con mi mujer, hijos y hasta dos de mis nietos de cinco y siete años. Fue una experiencia muy fuerte en lo personal, familiar y social. Ese fin de semana, bajo la lluvia, se construyeron en Florencio Varela 38 casas, y la nuestra fue una de ellas. Esta construcción nos permitió conocernos con otras personas y reconocernos como seres humanos, darnos cuenta de que no somos enemigos, y que al comprendernos podemos entonces reconocernos como iguales.
También participás como fiscal de mesa en las elecciones, ¿qué te motiva particularmente a esto?
Fui fiscal de mesa en cinco oportunidades y debo reconocer que aquí también me enriquecí con las experiencias. La primera vez fui esperando un fraude que no encontré y sí a un grupo de gente de diferentes partidos trabajando juntos por el objetivo común de una elección bien hecha. Me ayudó a vencer muchos prejuicios y a reconocerme como ciudadano ejerciendo la autoridad cívica mientras mis conciudadanos votaban con fervor, con ganas. Nunca fui militante ni afiliado a un partido, pero esta es mi manera de contribuir al proceso democrático. Es una manera también de vencer la indiferencia.
Mientras seguimos conversando, entre mate y mate, me quedan resonando las palabras finales de “Charlie” en el patio emprendedor de INICIA…
Tengo una mirada esperanzadora de nuestro país. Argentina tiene muchas ventajas y oportunidades pero necesitamos trabajo, participación y paciencia para construir ese futuro entre todos. Cada uno debe buscar su camino de la mejor manera, encontrando su manera de ser feliz, transitando la vida que le tocó pero sin olvidar que somos una comunidad y que estamos unidos a un futuro común. Y para lograr todo esto el espíritu del voluntario es fundamental.