Un GPS al porvenir
Por Carlos March
A sabiendas de provocar cierta incomodidad en el inspirador y fundador de INICIA, voy
a comenzar este texto con un párrafo que hace referencia a su persona, no para
adularlo -porque pasaría de sentirse incómodo a ofendido- sino para darle un primer
marco introductorio a esta organización que cumple 20 años y que, concebida en la
frustración, fue parida desde la valentía.
INICIA fue creada por una persona que, plantada en una actitud, pensó en un espacio
para multiplicar aptitudes. Veremos los cimientos en la impronta actitudinal de Joaquín
Sorondo sosteniendo los pilares aptitudinales necesarios para promover liderazgo en
valores. Cimientos y pilares que junto a un piso de acciones para la transformación
personal, emocional, social y profesional son la base de una arquitectura
organizacional cuyo techo es el propio horizonte que se forja cada “iniciado”.
Joaquín, siendo funcionario de una empresa, podría haber ejecutado una decisión que
se le imponía, tal vez, comercial, financiera y corporativamente correcta, pero
absolutamente ajena a sus principios y valores. Y podría haber resuelto ese dilema
personal que lo interpelaba como profesional, desde una actitud cobarde y pasiva como
hubiera sido cumplir con la orden, resolviendo su dilema como una crisis: situación que
permite estabilizar la situación desde los paradigmas que originaron la crisis,
manteniendo el propio statu quo. Pero tomó la decisión desde la valiente actitud de
encarar el dilema desde la ruptura, incumpliendo la orden y sabiendo que, como en
toda ruptura, ya no habría vuelta atrás. Renunciando a la empresa, convirtió aquella
ruptura en desafío y oportunidad. En un desafío íntimo, el de crear un espacio que le
diera sentido a esa decisión de resignar bienestar propio y familiar; y en una
oportunidad colectiva, la de formar líderes que no obligaran a sus equipos a tomar
decisiones profesionales divorciadas de la dignidad humana.
Estos párrafos no describen a Joaquín en su total dimensión, pero sí a la impronta
fundacional y a la convicción primigenia que nutrieron a INICIA y alimentan este escrito,
que continúa por algunos párrafos más, ya sin referencias hacia su prescindible
persona, pero sí con reflexiones sobre su imprescindible legado.
Comparto algunas conclusiones surgidas a partir de mi cercanía con INICIA y que espero
sirvan para complementar toda la riqueza que la organización nos cuenta de sí misma.
En liderazgo, lo que no forma, deforma
Si partimos de la base de que la condición de líder no es algo que se imponga desde
quien lidera sino una cualidad validada por quienes son liderados, el liderazgo se
conforma con ciertas capacidades tangibles, pero también con una gran cantidad de
cualidades intangibles. Hoy, con hectolitros de tinta empleada en editar infinitos
ensayos sobre el tema, podríamos resumirlo y estructurar una acertada capacitación en
liderazgo desde una currícula que combine conocimientos duros y habilidades blandas
reforzada por una adecuada lectura de contexto. Pero, y me disculparán la efusividad
de la pregunta, ¿cómo carajos -sí, en plural- hizo INICIA para armar un esquema de
formación en liderazgo hace 20 años? Y si lo queremos complejizar aún más, la
propuesta no apuntaba al ambiguo concepto de liderazgo, sino al asertivo reto de
promover liderazgo en valores. Infiero que quienes diseñaron los primeros talleres de
formación conjugaron elementos consolidados y probados, con innovadores
paradigmas y conceptos que, en ese momento, deberían haber sido intuidos en el
futuro, más que comprobados en el presente.
Imagino que vincularon la palabra rigurosidad de los sistemas, los procedimientos
y las mediciones con la rigurosidad ética para evitar el doble estándar en la toma de
decisiones.
Complementaron la capacidad de anticipación que exige el rol de gerente para
evitar las irrupciones que pueden poner en riesgo la gestión de la empresa, con
la visión anticipatoria del líder que le permite ver diez metros más allá diez
minutos antes y así poder marcar el rumbo.
Inculcaron a fuego que la exigencia de la maximización de utilidades no puede
alcanzarse a expensas de la minimización de los daños generados al planeta
por la actividad productiva.
En organizaciones caórdicas 1 se puede planificar el orden, pero también se
requiere de mucha habilidad para gestionar el caos.
Se plantaron frente al liderazgo personalista y jerárquico para demostrar que
también se puede liderar desde la articulación y la promoción de equipos
autónomos.
INICIA, gracias a ese estado de conciencia fundacional respecto a que formar
líderes sin un marco de principios éticos es deformar liderazgos, se ha
convertido a lo largo de estos 20 años en el ADN del liderazgo en valores.
La inteligencia colectiva base de la formación exponencial
Una característica distintiva de INICIA ha sido el firme convencimiento de que la
formación de liderazgos de calidad no depende de exacerbar la inteligencia individual
de un docente, sino que se basa en potenciar la inteligencia colectiva del equipo de
formadores.
Por ello, no sorprende que se haya convocado a referentes de una diversidad de
disciplinas y saberes realmente acorde a la complejidad que requiere ejercer el
emprendedurismo y el liderazgo en los tiempos que corren (¡y vaya si corren!). De esta
manera el capital social dedicado a formar y orientar genera un flujo de
inteligencia colectiva en constante evolución que captura saberes de manera
exponencial, al ritmo de la irrupción de la innovación y la vanguardia, en lugar de
estructurar la oferta pedagógica en el anquilosado conocimiento individual que, por lo
general, termina transmitiendo conocimiento desde una prolija sistematización de
obviedades -muchas veces anacrónicas.
El paradigma del cuidado
Inspirados en el paradigma desarrollado por dos pensadores, el brasileño Leonardo
Boff y el colombiano Bernardo Toro, la estructura filosófica de INICIA -y agregaría
también su postura ética- se basó en el cuidado. Para ello capturaron su esencia
pedagógica y se lanzaron a la tarea de transmitir teoría y acompañar la acción de su
capital social desde los cinco componentes de esa cuidadosa manera de entender la
vida: el cuidado de sí mismo; el cuidado del cercano; el cuidado del lejano; el cuidado
del extraño; y el cuidado del planeta.
El paradigma del cuidado pone en el centro a la dignidad humana y define
distintos caminos para alcanzarla: combinar en el desarrollo personal lo intelectual con lo
emocional y espiritual, los intercambios a través de transacciones ganar-ganar, el
fomento de las instituciones comunitarias, la promoción, distribución y custodia de los
bienes comunes y los bienes públicos, y el cuidado de los bienes ecosistémicos.
Todo ello es lo opuesto al paradigma del éxito, donde la acumulación de recursos,
dinero y reputación personal construyen liderazgos egocéntricos, egoístas y
alejados de los valores humanitarios. Por ello podemos afirmar que en términos de
promoción de líderes, emprendedores y referentes INICIA se convirtió en el VAR del
desarrollo ético, en un espacio que traza con toda precisión la línea del liderazgo
colaborativo que forma mejores personas aportando a la construcción de mejores
organizaciones y comunidades, dejando fuera de juego a quienes invaden el campo del
disvalor y la injusticia.
Los medios de comunicación masifican la pedagogía
INICIA desarrolló una interesante estrategia en materia de comunicación reflejada en
acciones innovadoras, como, por ejemplo, cuando firmó un acuerdo con el diario La
Nación para publicar suplementos dedicados a difundir masivamente sus valores y
contenidos.
De esta manera, teniendo presente que la comunicación de una organización social
no consiste en imponer marca sino en impregnar causa, desde esas alianzas con
los medios de prensa, no solo masificó su pedagogía, sino que al mismo tiempo
movilizó recursos, estableció agenda e incidió -junto a algunos otros- en la instalación
del movimiento emprendedor.
La transición exitosa se basa en el desapego
Finalmente, ya acercándonos a los últimos años de estas dos décadas, descubriremos
que un gran aporte a las organizaciones sociales concretado por INICIA es haberse
convertido en un ejemplo de transición inteligente, una verdadera asignatura pendiente
en la sociedad civil.
Por lo general, los fundadores de las organizaciones de causa se enamoran
de lo que crean y lo convierten en un matrimonio para toda la vida, eternizándose
en su conducción. Así las direcciones de las entidades se ven privadas de alternancia y de
sumar nuevas improntas. En el caso de INICIA, nos encontramos que hoy están
soplando las 20 velitas las nuevas generaciones que se han hecho cargo de la entidad
mientras que sus fundadores, cuando sintieron haber cumplido su ciclo, no se
anquilosaron en la permanencia, sino que abrazaron el desapego y dieron paso a la
renovación. Es muy sano para el proceso evolutivo de una organización que
quienes fueron los que se pusieron al frente de la historia, también sean quienes
se pongan al costado del futuro. Por ello los invito a generar registro de esta
transición y compartirlo.
Es clave que quienes lideran etapas fundacionales entiendan que es vital desapegarse
del presente para que la organización se apegue al futuro. Por eso, el proceso de
transición de esta organización la convirtió en un GPS al porvenir.
20 años en una frase
Cerramos esta celebración con la certeza de que el aniversario especial no es la meta
del camino, sino un nuevo hito del recorrido, porque la razón de ser de INICIA consiste,
como su nombre lo indica, en un eterno volver a empezar.