
Un colectivo emprendedor
Por Pachu Paniego
Los participantes de Empresas del Mañana se juntan para dar testimonio de lo que fue su paso por el programa y explican cómo partieron de un proyecto individual hasta convertirse en una comunidad de emprendedores.
A medida que la convocatoria se completa, se van agregando más bancos alrededor de la mesa. Afuera el calor amenaza a la ciudad de Buenos Aires con sus temperaturas de diciembre, y el vaso de gaseosa se convierte en el primer objetivo al que apunta todo recién llegado. “¿Y si nos sentamos en el piso?”, se escucha desde un extremo de la mesa. Al instante estamos todos en ronda, cruzados de piernas, sacándole formalidad al asunto.
Para quien mira sin saber, estamos en medio de un grupo de amigos. Pero si hay que ponerle un título a la junta, los miembros de la ronda son los participantes de Empresas del Mañana organizado por INICIA, programa que los llevó a consolidar una amistad emprendedora.
“Nos presentamos juntas, total es lo mismo”, dice Sol Rocha, quien con Luz Noriega creó el Club de la Ensalada, un emprendimiento que nació como un delivery de ensaladas y hoy se consolidó con la inauguración de un local en la calle Marcelo T. de Alvear 877.
Ambas se conocieron trabajando en un restaurante. Un día dejaron ese trabajo y se encontraron a tomar unos mates en lo de Luz para pensar qué hacer. Así empezaron a preparar ensaladas y un 19 de octubre de 2009 se animaron a salir al público de una manera no tan tradicional: “Salimos a repartir muestras gratis a nuestros conocidos y les dijimos, tomen, pruébenlas que el lunes empezamos a vender”, narra Sol.
Con buena calidad de productos, el boca a boca fue creciendo y la base de datos de las chicas se fue ampliando; así, el modelo de proyecto comenzó a quedarles chico. “A nosotras nos iba muy bien adentro de mi casa pero llegó un momento en el que ya no podíamos más”, dice Luz, y cuenta que ya tenían tres repartidores que se dedicaban a llevar los encargos.
El Club de la Ensalada pedía un cambio, pero animarse a hacerlo no era tarea fácil. Fue entonces que dejaron el proyecto por un tiempo y decidieron viajar a la India para pensar en los próximos pasos. A la vuelta, se anotaron en Empresas del Mañana.
Fruto del curso y de la voluntad de animarse a crecer, Sol y Luz abrieron su propio local. No fue fácil arriesgarse, y una vez asumido el riesgo tampoco fue fácil conseguir un lugar apropiado para instalar y ver crecer su negocio. Entre risas, las chicas cuentan las idas y vueltas que dieron entre un local y otro hasta que finalmente se decidieron: “El día que encontramos el local me sentí más tranquila, pero al mismo tiempo con mucho miedo”, recuerda Sol.
“Los primeros meses del curso fueron angustiantes, raros, hablábamos de algo que aún no existía”, cuenta Sol mientras Luz asiente con la cabeza. De a ratos hablan las dos al mismo tiempo y no falta la ocasión en que una le completa la oración a la otra. El resto de la ronda mira atentamente, escucha, y cada tanto alguno que otro agrega un comentario: “En realidad lo único que ustedes necesitaban era orden”, dice Pablo Finkelchtein, quien junto a su mujer Agostina Franciulli, encabeza el proyecto Adiós Melancolía, una empresa de diseño sustentable.
Pablo dice que el programa duró dos meses pero que ellos lo vivieron como si hubiera sido todo un año, y recuerda: “Al principio el resto de las empresas nos parecían enormes, sentíamos que nosotros no lo éramos… y después te vas dando cuenta de que no son todos Bill Gates”. “Además, todos estábamos transitando casi la misma etapa”, agrega Agostina.
Los creadores de Adiós Melancolía son pareja hace 14 años: “Siempre trabajamos juntos”, dice ella, y enseguida él agrega: “Yo soy el pesimista del equipo, lo asumo”. Empezaron como socios haciendo transporte escolar y un día comenzaron con diseño de mesas y sillas, idea que con el tiempo se convirtió en Adiós Melancolía.
Pablo fue a un colegio industrial, por lo que tiene el “bichito” del diseño en la cabeza desde hace tiempo, y Agostina, sonriendo, describe su génesis emprendedora de la siguiente manera: “Considero que no hay nada que no pueda hacer… y además, ¡odio a los jefes!”.
“Empresas del Mañana nos ayudó a entender que podíamos ganar plata con esto y, al mismo tiempo, nos enseñó que no todo era cuestión de plata”, cuenta Pablo. Sol Rocha concuerda con él y habla de la satisfacción en el trabajo: “Si alquilara un galpón para lavar lechuga y espinaca, por más millones que ganase no me sentiría feliz”.
Según Pablo, de las clases de EDEM se sale con mucha chispa, con ganas de “laburar, laburar y laburar”. Entre otras cosas, el paso por el curso les dejó un rediseño del logo de Adiós Melancolía, que lo realizó Agencia Bubba: un emprendimiento de diseño e identidad de marcas encabezado por Bela Figueroa Castro y Mariano Verzoub, que también participaron de Empresas del Mañana.
“Yo no quería hacer el curso”, confiesa Bela, y explica: “Cuando escuché el nombre pensé que no encajábamos ni ahí”. Mariano, su socio y pareja, cuenta que le dijo: “Hagámoslo, tenemos el tiempo y podemos ganar contactos”. Finalmente la convenció, y a juzgar por su testimonio, menos mal que lo logró.
Empresas del Mañana los ayudó a enfocarse. “Dejamos de trabajar en mucho “chiquitaje” para dedicarnos a cosas grandes”, relata Mariano, y dice que es lindo empezar a formar parte de la Comunidad INICIA: “Sentir que tenés un montón de gente a quien molestar cuando no sabés hacer algo está buenísimo”.
«Todos tenemos un poco de todos»
La ronda en la que estamos sentados es la mismísima expresión de la comunidad a la que se refiere Mariano. Cada logro personal se convierte en un mérito colectivo: ya no es cada uno dueño de su propio emprendimiento, sino que abundan los consejos y así las alegrías se multiplican. “El momento de la apertura del local de ustedes lo viví re emocionada”, le dice Bela a las chicas del Club de la Ensalada, y Agostina concluye: “Es que todos tenemos un poco de Bubba, un poco de Ensaladas…”.
Para Paola Rovere, “el curso fue una movilización en todos los aspectos”. Ella creó un proyecto llamado División Leds, que consiste en diseño con luces led, como bien indica su nombre. Es diseñadora de interiores y desde chica que tiene la fuerza emprendedora corriendo por su sangre: “Me acuerdo que a los 8, 9 años tenía un kiosquito de bijouterie que se llamaba La Casa de Snoopy… hacía las facturas a mano y todo”, narra, mientras todos largan una carcajada ante la anécdota.
Algunos confiesan que al comenzar Empresas del Mañana se sentían perdidos, sobre todo en las clases de contabilidad en las que tenían que armar el plan de negocios. Se ríen al recordar lo que les costaba entender lo que tenían que hacer, y todos concuerdan en que Christian era el “sabelotodo” de las clases, mientras que él los mira desconcertado y desmiente la versión.Christian Zechner es el creador de Sismagro, un sistema de administración agropecuaria. Se define a sí mismo como un jugado, y asegura: “Me gusta hacer las cosas al 100%, si no, no las hago”.
Con su idea ganó un subsidio del Ministerio de Ciencia y Tecnología, y con ese dinero, mientras trabajaba en otra empresa en relación de dependencia, dirigía a dos programadores vía skype para desarrollar el proyecto. Cuenta que llegó a Empresas del Mañana en medio de una crisis terrible, sin saber qué hacer para que su negocio creciera y con el desafío de tener que salir a vender un intangible.
Sol, Luz, Pablo, Agostina, Mariano, Bela, Paola y Christian llegaron a Empresas del Mañana por distintos motivos, casualidades o causalidades. Algunos sin saber en qué se estaban metiendo, y otros con más o menos miedos. Pero se animaron, y tal vez sin darse cuenta se convirtieron en un colectivo emprendedor que comparte un denominador común: sus ideas se transformaron en acción, y sus proyectos, en empresas que además de ser del mañana, ya son del hoy.