Monkysan y la vuelta de los pañales de tela
Por Carolina Martínez, de Directorio Verde para Ecomanía
Si naciste antes de los 80 es casi imposible que tu mamá hable de tu infancia sin mencionar los pañales de tela. Quizás sea porque, como dicen las abuelas, antes cambiar un pañal no era tan fácil como lo es ahora. Con el tiempo el mercado se pobló de pañales descartables que vinieron a simplificar las tareas domésticas, provistos de publicidad que prácticamente garantizaba la felicidad del bebé. Pero años más tarde nos dimos cuenta de que, más allá de la comodidad que proponen, estos productos tienen básicamente dos grandes problemas: son caros y contaminan mucho. Se calcula que por cada chico se dejan unos 2.800 kilos de desechos no biodegradables que tardan de 200 a 500 años en descomponerse. De hecho, ¡el primer pañal descartable que se fabricó en la historia, aún existe!
La industria de pañales descartables hasta ahora no ha podido dar solución al problema de la contaminación que genera. Seguramente sea una de las razones por las cuales vemos cómo de a poco el pañal de tela emprende su vuelta al mercado. Monkysan es un emprendimiento que desarrolla pañales de tela, pero en una versión altamente mejorada gracias a los enormes desarrollos de la tecnología textil. “Si bien el mercado local no nos ofrece hoy telas totalmente impermeables, lo que hacemos es trabajar con telas especiales imitando los modelos de pañales que se usaban antes. En nuestra propuesta se eliminan las bombachas de goma y se busca impermeabilizar al pañal por dentro”, cuenta Paula Mantel Amary (31 años, Lic. en Relaciones Públicas) quien desarrolla este emprendimiento junto con su mamá, Miriam Amary.
Todo empezó hace tres años cuando la hermana más pequeña de Paula fue madre. Ella no quería usar pañales descartables y le pidió a Miriam que le diseñara unos pañales de tela. Miriam se daba maña. Durante los años 90 ella y su esposo tuvieron un taller textil donde aprendió mucho sobre diseño y confección de ropa. Se puso a hacer el modelo que ella conocía, el famoso chiripá, y fue un éxito con su nieto y luego con los hijos de los amigos y parientes. Así arrancó el negocio, buscando volver a lo natural. “Y nos dimos cuenta de que había un mercado dispuesto a consumir pañales de tela. Justo viajaba un amigo a Japón, país donde nació mi madre, y le pedimos que nos trajera muestras de lo que se estaba trabajando allá en materia de pañales de tela. Con esas muestras nos dimos una idea de hacia dónde teníamos que ir con el diseño y las nuevas telas”, cuenta Paula.
Paula y Miriam ahora también son socias. No debe ser casual que la propuesta de recuperar el hábito de los pañales de tela como una forma de consumo diferente que busca valorar la vida, surja del vínculo entre una madre y una hija. Desde hace dos años, la madre diseña y busca las telas y la hija trabaja la comunicación, la difusión y la búsqueda de otros socios que complementen el proyecto.
Un concepto con el que trabajan fuerte es el de la huella ambiental. “Cuando nacen a los bebés lo primero que le toman es la impresión del pie. El concepto de huella, de marca que dejamos en la vida es muy movilizador. El bebé también tiene huella ambiental y hay que intentar reducirla. Nuestra idea es que las madres inculquen otros valores”.
Hoy Monkysan vende a través de la Web los productos que diseña. Sin embargo, su objetivo es bastante más amplio: “queremos trabajar en los barrios más pobres. Pensamos hacerlo en conjunto con empresas. Porque la gente de menos recursos económicos no conoce nuestros productos y uno no puede elegir algo que no conoce. Queremos trabajar mucho el concepto de reeducar en el consumo y en materia ambiental. Mucha gente en nuestro país vive rodeada de la basura que genera. Usar esta alternativa de pañales puede mejorarles mucho la calidad de vida”.