
Emprender y disfrutar
Por Ingrid Astiz
Creatividad
Para emprender es necesario saber del negocio y de cuestiones prácticas. Sin embargo, para “emprender y disfrutar” es fundamental desarrollar también nuestro lado emocional y creativo.
En un emprendimiento es clave desarrollar un adecuado balance entre Negocio y Personas, que bien alineados permitirán una operatoria eficiente y de alta calidad. Sin embargo, hay emprendedores que si bien diseñan un plan rentable (lado intelectual, analítico, lógico) y lo llevan a la acción (lado operativo, técnico, pragmático), hay algo que pareciera no funcionar. Los problemas pueden ser variados: las personas no se comprometen, surgen conflictos, los clientes se quejan, los obstáculos abundan, la producción se vuelve caótica… y nunca se concreta el sueño de delegar lo operativo en un equipo confiable, de disfrutar en paz y sentirse plenamente satisfecho de todo lo logrado. Si algo de esto pasa, es probable que se hayan olvidado de desarrollar el lado emocional y creativo, es decir, las llamadas habilidades blandas, que son justamente las encargadas de resolver estas cuestiones.
El necesario cambio de perspectiva
Para realizar un cambio de perspectiva el primer paso en ocasiones es ser conscientes de ciertas posturas mentales. Por ejemplo, “creerse superior” lleva al emprendedor a desarrollar las habilidades donde se siente inteligente y capaz, y evitar todo aquello que lo conecte con sus debilidades. En el extremo opuesto, “creerse inferior” tampoco ayuda: deja al emprendedor replegado en su pequeño taller o local (refugio donde se siente seguro), esconde sus temores, se miente sobre la rentabilidad de su negocio, repite una y otra vez los mismos errores.
Otras veces el emprendedor oscila entre los dos extremos: se cree un genio cuando le va bien y un idiota cuando le va mal… mientras que sus emociones se revuelven como en una montaña rusa. Lo que más me preocupa es que hay grupos sociales convencidos de que es inevitable que un emprendedor viva estresado, con angustias, miedos y frustraciones. Creer esto hace que los problemas emocionales perduren en el tiempo y sean cada vez más agudos, incluso pueden llevar a deteriorar la salud y la calidad de las relaciones humanas. Reconocer estas cuestiones puede ser incómodo, pero no hacerlo puede ser mucho peor: pasar años sin sentirse satisfecho, sin entender por qué, sin saber qué hacer de modo diferente.
La toma de conciencia
Por eso aquí queremos alentar una postura distinta. Al tomar conciencia del problema se abre la puerta a un camino de resolución, que se adapte a las preferencias y necesidades de cada uno. Algunas formas posibles de hacerlo son:
– Capacitaciones vivenciales: talleres orientados a la experiencia y a la reflexión personal, que entrenen las habilidades de relación saludable con las propias emociones, con las personas y con las situaciones cotidianas.
– Consultoría, coaching, terapia: espacio individual de confianza para explorar diferentes temas y encontrar nuevas formas de pensar.
– Meditación, ejercicios de respiración: prácticas para que el estrés acumulado en el cuerpo se vaya disolviendo y la persona pueda conectar con un estado de paz interior.
El camino propuesto no es fácil, pero cada paso es simple. Y con cada paso nuestra realidad interior y exterior irá cambiando y tendremos mayor claridad sobre cómo continuar. Por eso, no hace falta diseñar un proyecto para desarrollar las habilidades blandas, pero sí proponerse dar un paso más cada día. Entonces… ¿cuál será tu paso del día de hoy?